Este pastelito de chocolate
con cubierta de glaseado
fue fabricado con cinco kilos de azúcar
por niñas de 9 o 10 años
que cada vez que salgo del edificio
dejan de bailar en el pasto
para preguntarse
si alguna vez yo fui tan chico como ellas
El pastelito está mordido
y yo estoy sentado frente a él
Me pregunto por la relación
entre mi estado de ánimo
y el azúcar
Después de unos 15 segundos
concluyo que ninguna
que el azúcar no genera mis angustias cotidianas
que no estoy triste por la falta de azúcar
que esta alegría repentina
no es consecuencia del azúcar que comí recién
El papel en el que viene el pastelito
es circular y aceitoso
con el borde doblado en muchas partes iguales
con un círculo al centro
como si fuera un sol y sus planetas
es lo mas lindo del pastel
que me mira preguntándose
por qué esas niñas
le dieron vida
si lo iban a condenar a esto
¿Estás bien?
le pregunto
Me dice
He estado pensando
en la relación
entre el azúcar que me compone
y mi estado de ánimo
Le digo que pensé lo mismo recién
y concluí que no hay relación entre mi estado de ánimo y el azúcar
En mi caso
me dice
si no tuviera tanta azúcar
no hay duda de que sería más feliz
En su respuesta
siento algo de hostilidad
¿Te caigo mal?
le pregunto
Sí
me dice él
No alcanza a decir nada más
y me lo meto entero a la boca
No sabe bien
es demasiado dulce
Inmediatamente
el pastelito se convierte en miles de pastelitos
que viajan por mi sangre
conquistándolo todo
Siento cómo afecta su presencia en mi sangre
Mis células no alcanzan a defenderse
Me han colonizado entero
Ahora soy un pastel
con glaseado de vainilla
y perlitas de chocolate en la cabeza
Que asco
me digo
Que asco